domingo, 28 de abril de 2013

SALVE REGINA

SALVE REGINA

Sálve Regína, Máter misericórdiae;
Vita, dulcédo, et spes nóstra, sálve.
Ad te clamámus, éxsules, fílii Evae.
Ad te suspirámus, geméntes et fléntes
in hac lacrimárum válle.
Eia ergo, advocáta nóstra,
Illos túos misericórdes óculos ad nos convérte.
Et Jésum, benedíctum frúctum véntris túi,
Nobis post hoc exsílium osténde.
O clémens, O pía, O dúlcis Vírgo María.


DIOS TE SALVE 

Dios te salve, Reina y madre de misericordia: 
Vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. 
A ti clamamos los desterrados hijos de Eva. 
A ti suspiramos, gimiendo y llorando 
en este valle de lágrimas.
Ea, pues Señora, abogada nuestra, vuelve 
a nosotros esos tus ojos misericordiosos.
Y, después de este exilio, muéstranos a Jesús, 
fruto bendito de tu vientre.
Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.


sábado, 27 de abril de 2013

EL GRAN MEDIO DE LA ORACIÓN

En grave error incurrieron los pelagianos al afirmar que la oración no es necesaria para alcanzar la salvación. Afirmaba su impío maestro, Pelagio, que sólo se condena el hombre que es negligente en conocer las verdades que es necesario saber para la vida eterna. Mas el gran San Agustín salióle al paso con estas palabras: Cosa extraña: de todo quiere hablar Pelagio menos de la oración, la cual sin embargo (así escribía y enseñaba el santo) es el único camino para adquirir la ciencia de los santos, como claramente lo escribía el apóstol Santiago: Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría pídasela a Dios, que a todos la da copiosamente y le será otorgada.

Nada más claro que el lenguaje de las Sagradas Escrituras, cuando quieren demostramos la necesidad que de la oración tenemos para salvamos... Es menester orar siempre y no desmayar... Vigilad y orad para no caer en la tentación. Pedid y se os dará... Está bien claro que las palabras: Es menester... orad... pedid significan y entrañan un precepto y grave necesidad. Así cabalmente lo entienden los teólogos. Pretendía el impío Wicleff que estos textos sólo significaban la necesidad de buenas obras, y no de la oración; y era porque, según su errado entender, orar no es otra cosa que obrar bien. Fue este un error que expresamente condenó la santa Iglesia. De aquí que pudo escribir el doctor Leonardo Lessio: No se puede negar la necesidad de la oración a los adultos para salvarse sin pecar contra la fe, pues es doctrina evidentísima de las sagradas Escrituras que la oración es el único medio para conseguir las ayudas divinas necesarias para la salvación eterna.

La razón de esto es clarísima. Sin el socorro de la divina gracia no podemos hacer bien alguno: Sin mí nada podéis hacer, dice Jesucristo. Sobre estas cosas escribe acertadamente San Agustín y advierte que no dice el Señor que nada podemos terminar, sino que nada podemos hacer. Con ello nos quiso dar a entender nuestro Salvador que sin su gracia no podemos realizar el bien. Y el Apóstol parece que va más allá, pues escribe que sin la oración ni siquiera podemos tener el deseo de hacerlo. Por lo que podemos sacar esta lógica consecuencia: que si ni siquiera podemos pensar en el bien, tampoco podemos desearlo... Y lo mismo testifican otros muchos pasajes de la Sagrada Escritura. Recordemos algunos, Dios obra todas las cosas en nosotros... Yo haré que caminéis por la senda de mis mandamientos y guardéis mis leyes y obréis según ellas. De aquí concluye San León Papa que nosotros no podemos hacer más obras buenas que aquellas que Dios nos ayuda a hacer con su gracia.

Así lo declaró solemnemente el Concilio de Trento, Si alguno dijere que el hombre sin la previniente inspiración del Espíritu Santo y sin su ayuda puede creer, esperar, amar y arrepentirse como es debido para que se le confiera la gracia de la justificación, sea anatema.

A este propósito hace un sabio escritor esta ingeniosa observación: A unos animales dio el Creador patas ágiles para correr, a otros garras, a otros plumas, y esto para que puedan atender a la conservación de su ser... pero al hombre lo hizo el Señor de tal manera que El mismo quiere ser toda su fortaleza. Por esto decimos que el hombre por sí solo es completamente incapaz de alcanzar la salvación eterna, porque dispuso el Señor que cuanto tiene y pueda tener, todo lo tenga con la ayuda de su gracia.

Y apresurémonos a decir que esta ayuda de la gracia, según su providencia ordinaria, no la concede el Señor, sino a aquel que reza, como lo afirma la célebre sentencia de Gennadio: 

Firmemente creemos que nadie desea llegar a la salvación si no es llamado por Dios... que nadie camina hacia ella sin el auxilio de Dios... que nadie merece ese auxilio, sino el que se lo pide a Dios.

Pues si tenemos, por una parte, que nada podemos sin el socorro de Dios y por otra que ese socorro no lo da ordinariamente el Señor sino al que reza ¿Quién no ve que de aquí fluye naturalmente la consecuencia de que la oración es absolutamente necesaria para la salvación? 

Verdad es que las gracias primeras, como la vocación a la fe y la penitencia las tenemos sin ninguna cooperación nuestra, según San Agustín, el cual afirma claramente que las da el Señor aun a los que no rezan. Pero el mismo doctor sostiene como cierto que las otras gracias, sobre todo el don de la perseverancia, no se conceden sino a los que rezan.

De aquí que los teólogos con San Basilio, San Juan Crisóstomo, Clemente Alejandrino y otros muchos, entre los cuales se halla San Agustín, sostienen comúnmente que la oración es necesaria a los adultos y no tan sólo necesaria como necesidad de precepto, como dicen las escuelas, sino como necesidad de medio. Lo cual quiere decir que, según la providencia ordinaria de Dios, ningún cristiano puede salvarse sin encomendarse a Dios pidiéndole las gracias necesarias para su salvación. Y lo mismo sostiene Santo Tomás con estas graves palabras: Después del Bautismo le es necesaria al hombre continua oración, pues si es verdad que por el bautismo se borran todos los pecados, no lo es menos que queda la inclinación desordenada al pecado en las entrañas del alma y que por fuera el mundo y el demonio nos persiguen a todas horas. He aquí como el Angélico Doctor demuestra en pocas palabras la necesidad que tenemos de la oración. Nosotros, dice, para salvamos tenernos que luchar y vencer, según aquello de San Pablo: El que combate en los juegos públicos no es coronado, si no combatiere según las leyes. Sin la gracia de Dios no podemos resistir a muchos y poderosos enemigos... Y como esta gracia sólo se da a los que rezan, por tanto sin oración no hay victoria, no hay salvación.

Que la oración sea el único medio ordinario para alcanzar los dones divinos lo afirma claramente el mismo Santo Doctor en otro lugar, donde dice que el Señor ha ordenado que las gracias que desde toda la eternidad ha determinado concedernos nos las ha de dar sólo por medio de la oración. Y confirma lo mismo San Gregorio con estas palabras. Rezando alcanzan los hombres las gracias que Dios determinó concederles antes de todos los siglos. Y Santo Tomás sale al paso de una objeción con esta sentencia: No es necesario rezar para que Dios conozca nuestras necesidades, sino más bien para que nosotros lleguemos a convencernos de la necesidad que tenemos de acudir a Dios para alcanzar los medios convenientes para nuestra salvación y por este camino reconocerle a El como autor único de todos nuestros bienes. Digámoslo con las mismas palabras del Santo Doctor Por medio de la oración acabamos de comprender que tenemos que acudir al socorro divino y confesar paladinamente que El solo es el dador de todos nuestros bienes. 

A la manera que quiso el Señor que sembrando trigo tuviéramos pan y plantando vides tuviéramos vino, así quiso también que sólo por medio de la oración tuviéramos las gracias necesarias para la vida eterna. Son sus divinas palabras Pedid... y se os dará... Buscad y hallaréis.

Confesemos que somos mendigos y que todos los dones de Dios son pura limosna de su misericordia. Así lo confesaba David: Yo mendigo soy y pobrecito. Lo mismo repite San Agustín: Quiere el Señor concedernos sus gracias, pero sólo las da a aquel que se las pide. Y vuelve a insistir el Señor:

Pedid y se os dará... Y concluye Santa Teresa: Luego el que no pide, no recibe... Lo mismo demuestra San Juan Crisóstomo con esta comparación: A la manera que la lluvia es necesaria a las plantas para desarrollarse y no morir, así nos es necesaria la oración para lograr la vida eterna. Y en otro lugar trae otra comparación el mismo Santo: Así como el cuerpo no puede vivir sin alma, de la misma manera el alma sin oración está muerta y corrompida Dice que está corrompida y que despide hedor de tumba, porque aquel que deja de rezar bien pronto queda corrompido por multitud de pecados.

Llámase también a la oración alimento del alma porque si es verdad que sin alimento no puede sostenerse la vida del cuerpo, no lo es menos que sin oración no puede el alma conservar la vida de la gracia. Así escribe San Agustín.

Todas estas comparaciones de los santos vienen a demostrar la misma verdad: la necesidad absoluta que tenemos de la oración para alcanzar la salvación eterna.

 San Alfonso María de Ligorio


viernes, 26 de abril de 2013

QUÉDATE CONMIGO

Oración del Padre Pío para después de la Comunión

Quédate conmigo, Señor, porque es necesario tenerte presente para no olvidarte. Tú sabes con cuanta facilidad te abandono.
Quédate conmigo, Señor, porque soy débil y tengo necesidad de tu fortaleza para no caer tantas veces.
Quédate conmigo, Señor, porque Tú eres mi vida y sin Ti disminuye mi fervor.
Quédate conmigo, Señor, para mostrarme tu voluntad.
Quédate, Señor, conmigo, para que oiga tu voz y la siga.
Quédate, Señor, conmigo, porque deseo amarte mucho y estar en tu compañía.
Quédate conmigo, Señor, si quieres que te sea fiel.
Quédate conmigo, Señor, porque aunque mi alma sea tan pobre, desea ser para Ti un lugar de descanso, un nido de amor.
Quédate, Jesús conmigo, porque se hace tarde y el día declina. Esto es, se acerca la muerte, el juicio, la eternidad.
Quédate conmigo, necesito redoblar mis fuerzas a fin de no desfallecer en el camino y para esto tengo necesidad de Ti.
Se hace tarde y viene la muerte. Me inquietan las tinieblas, las tentaciones, las arideces, las cruces, las penas. ¡Cuánta necesidad tengo de Ti!
Haz que te conozca, como tus discípulos, al partir el pan. Esto es, que la unión eucarística sea la luz que disipe las tinieblas, la fuerza que me sostenga y la única alegría de mi corazón.
Quédate, Señor, conmigo, porque cuando llegue la muerte quiero estar unido a Ti, sino realmente por la Santa Comunión, al menos por la gracia y el amor.
¡Quédate, Jesús, conmigo! No te pido tu divina consolación, porque no la merezco, pero el don de tu santísima presencia ¡Eso sí, te lo pido!
¡Quédate, Señor, conmigo! A Ti solo busco: tu amor, tu gracia, tu voluntad, tu corazón, tu espíritu, porque te amo y no quiero otra recompensa que amar.
Quiero un amor ferviente y profundo.
Quiero amarte con todo mi corazón, aquí en la tierra, para seguir amándote con perfección por toda la eternidad. 
Amén

jueves, 25 de abril de 2013

EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO DE LOYOLA

“Los Ejercicios son todo lo mejor que yo en esta vida puedo pensar, sentir y entender, así para el hombre poderse aprovechar a sí mismo, como para poder fructificar, ayudar y aprovechar a otros muchos” (Monumenta Ignatiana, v.1, p.113).

Esta es la opinión que, sin ninguna presunción, daba san Ignacio sobre su libro de Ejercicios Espirituales Ignacianos. Por eso, cuando veía a alguna persona que podía hacer mucho bien en la Iglesia, trataba con todo su afán para que hiciese los Ejercicios Espirituales Ignacianos. 

Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola son una secuencia ordenada de meditaciones y contemplaciones, ejercicios, que surgen de la profunda experiencia espiritual que Ignacio vive a partir de su conversión, con el fin de ayudar al que se ejercita en ellos a descubrir cuál es la voluntad de Dios para su vida. 

Los Ejercicios Espirituales Ignacianos se remontan al Cuaderno de notas en el que Ignacio describe sus experiencias espirituales durante su visita a la cuidad de Manresa, donde, como lo escribe en su Autobiografía, le trataba Dios de la misma manera que trata un maestro de escuela a un niño (Autobiografía 27). 

Ignacio decide escribir este Cuaderno de los Ejercicios Espirituales con el propósito de ayudar a otros, comunicándoles las ideas y sentimientos que a él le habían transformado. Por ello, los concibe y realiza mas bien como una guía dirigida, no tanto al que los experimenta, sino al que los Predica. 

El objetivo de los Ejercicios Espirituales Ignacianos es ayudar al ejercitante, al que los experimenta, a discernir y conocer lo que Dios quiere de él, y a desear y elegir esto. 

De modo particular, los Ejercicios Espirituales, son muy útiles para organizar la vida diaria de acuerdo a la Voluntad divina, e incluso a descubrir a qué Vocación Dios me esta llamando, para aquellos que todavía no han decidido. 

La experiencia completa de los Ejercicios Espirituales Ignacianos dura aproximadamente 30 días, los cuales se hacen en silencio y bajo la guía del Predicador. Pero es posible adaptar el mes de Ejercicios Espirituales a la situación real de cada ejercitante. De aquí que se puedan hacer versiones reducidas de 5 o hasta 3 días. 

Incluso ahora se están implementando en algunos lugares los Ejercicios Espirituales Ignacianos guiados por internet. Aunque, si bien lo óptimo es retirarse a un lugar tranquilo para hacer ejercicios espirituales, y tener la guía de un sacerdote 'en persona'; no siempre esto es factible, por ello, existe la posibilidad de hacer ejercicios a distancia, utilizando los beneficios que nos trae internet. Los mismos pueden ser guiados por un sacerdote si el ejercitante decide contactarse con él (que es lo más aconsejable), aunque al registrarse ya puede acceder a la página con las descargas correspondientes a la modalidad escogida, y comenzar el Ejercicio.


POR QUÉ HACER LOS EJERCICIOS EPIRITUALES SEGÚN EL MÉTODO IGNACIANO?

El ritmo frenético de la vida moderna crea personas llenas de cosas y actividades pero profundamente insatisfechas. Las múltiples actividades ocasionan una dispersión en la persona, dejándola confundida y débil, un sujeto así es incapaz de enfrentar las contrariedades de vida porque esta no está ordenada a su fin último. Ahí está la clave de los Ejercicios, ordenar y enfocar la vida a lo importante, dejando lo efímero y pasajero de lado.

Este método ha probado su eficacia durante cinco siglos y es ahora cuando su ayuda se hace más urgente e indispensable dado el ritmo voraz al que nos somete la vida moderna, empeñada en hacer de nosotros un mero instrumento de producción y consumo.

Hasta este momento, se han hecho por este medio más de 27 000 personas, dejando innumerables testimonios.


QUÉ NECESITO?

Voluntad y generosidad con su persona, el material y la asistencia necesaria es y seguirá siendo gratuito. 

Hemos experimentado el profundo cambio que los ejercicios han hecho en nuestras vidas, y en la de millones de personas que los han hecho a lo largo de la historia, por ello nos sentimos con la obligación ante Dios y ante usted de compartir este regalo. 

Los Sacerdotes del IVE ofrecen la predicación de estos Ejercicios Ignacianos de 5 o 3 días, a las personas (hombres, mujeres o jóvenes) que puedan asistir a sus Casas de Retiro. 

Para mayor información sobre los Ejercicios, visita la pagina web ejerciciosive.org y/o contacte al P. Geovanny, responsable de la promoción, guía y seguimiento de los Ejercicios Ignacianos en la ciudad de Arequipa (geovannyarbelaez@ive02.org).

Oración San Ignacio de Loyola

miércoles, 24 de abril de 2013

ÁNGELUS

Ángelus

V. Angelus Domini nuntiávit Mariae;
R. Et concépit de Spíritu Sancto.
Ave María...

V. Ecce ancilla Dómini;
R. Fiat mihi secundum verbun tuum.
Ave María...


V. Et Verbum caro factum est;
R. Et habitávit in nobis.
Ave María...


V. Ora pro nobis, Sancta Dei Génetrix
R. Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.


Orémus
Gratiam tuam, quaesumus, Dómine, méntibus
nostris infúnde: ut qui, Angelo nuntiánte,
Christi Fílii tui Incarnatiónen cognóvimus,
per passiónem ejus ad crucem ad resurrectiónis
glóriam perducámur. 

Per eúndem Christum Dóminum nostrum.
R. Amén



Ángelus 

V. El Ángel del Señor anunció a María;
R. Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Dios te salve, María...

V. He aquí la esclava del Señor;
R. Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve, María...

V. Y el Verbo se hizo carne;
R. Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María...

V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.

Oremos:
Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en 
nuestras almas para que los que, por el anuncio del Ángel, 
hemos conocido la encarnación de tu Hijo Jesucristo, 
por su Pasión y Cruz seamos llevados a la gloria de su Resurrección. 
Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén

GLORIA

Gloria

Gloria in excelsis Deo,
et in terra pax hominibus bonae voluntatis.
Laudamus te,
benedicimus te,
adoramus te,
glorificamus te,
gratias agimus tibi propter magnam gloriam tuam,
Domine Deus, Rex caelestis, Deus Pater omnipotens.
Domine fili unigenite, Jesu Christe.
Domine Deus, Agnus Dei, Filius patris.
Qui tollis peccata mundi, miserere nobis.
Qui tollis peccata mundi, suscipe deprecationem nostram.
Qui sedes ad dexteram Patris, miserere nobis.
Quoniam tu solus sanctus,
tu solus Dominus,
tu solus Altissimus, Jesu Christe,
cum Sancto Spiritu in gloria Dei Patris. 

Amén


Gloria

Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria 

te alabamos,
te bendecimos,
te adoramos,
te glorificamos,
te damos gracias.
Señor Dios, Rey Celestial, Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre.
Tu que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Tu que quitas el pecado del mundo, atiende nuestras súplicas.
Tu que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros.
Porque sólo tú eres Santo,
sólo tu Señor,
sólo tú Altísimo Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. 

Amén



AVE MARÍA

Ave María

Ave María, gratia plena,
Dominus tecum; benedicta tu in muliéribus,
et benedictus fructus ventris tui Iesus.
Sancta Maria, Mater Dei,
ora pro nobis peccatoribus,
nunc et in ora mortis nostrae.
Amén


Ave María

Dios te salve, María; llena eres de gracia, 
el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, 
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén



PATER NOSTER

Pater Noster

Pater Noster, qui es in caelis, 
sanctificétur nomen tuum, 
adveniat Regnum tuum; 
fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra. 
Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie,
et dimitte nobis débita nostra,
sicut et nos dimittímus debitóribus nostris;
et ne nos indúcas in tentationem,
sed libera nos a malo. 
Amén


Padre Nuestro

Padre Nuestro, que estas en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu Reino; 
hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, 
perdona nuestras ofensas,
como nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejas caer en la tentación,
y líbranos del mal. 
Amén

INSTAURARE OMNIA IN CHRISTO

El significado de la frase que le da título a este Blog, Instaurare omnia In Christo (Restaurar todo en Cristo) y a este pequeño artículo, nace de la experiencia vivida en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola. Fueron cuatro días de encuentro, con quien realmente somos, con Dios que nos ha creado, terminando por reconocer, para qué Dios nos ha creado y admirar con un corazón honesto quien es Dios y quien soy yo. Y así, después de lo expuesto, a la luz de lo descubierto, ordenar la vida.

Dando una mirada rápida al mundo, es fácil darse cuenta, de que ésta no es la realidad reinante en las calles, en los colegios, en las familias, en nuestros amigos y por qué no inclusive hasta en la Iglesia. La realidad que predomina es la contraria, no hay creencia en lo sobrenatural, Dios sobra en cada una de nuestras acciones, a nadie o muy pocos nos importa saber para que Dios nos ha creado, y por ende, cual es el plan de salvación para mi vida. El aborto es una palabra que juega en las principales páginas de internet y noticias, además del denominado matrimonio homosexual. El relativismo golpea con fuerza a la religión, cada vez hay más católicos, que por así decirlo piensan que todas las religiones adoran a Dios a su manera y pueden llevarte a la salvación. Y entonces, la religión fundada por Cristo, la religión Católica, dejo de ser la verdadera para convertirse en una más.

Actualmente, en la Iglesia, se ven muchos abusos de primer orden, no se guarda un respeto por la Eucaristía, un respeto por lo sagrado. Estamos rodeados de la bulla terrena, hay muy pocos católicos que tienen celo por la Iglesia, y creo que es porque no sabemos escuchar, porque tratamos de llenar nuestra existencia con una religión llena de sensibilidades, idolatrías, cantos sin sentido de lo santo, traemos el mundo a las parroquias, a los grupos cristianos y terminamos contaminando lo sagrado con lo mundano. Creemos que la belleza de la liturgia es anticuada, que no atrae gente nueva. Pero, qué tan alejados estamos de la verdad, si la gente quiere el mundo y el pecado se quedara en él, pero si quiere a Dios, le buscara, y Dios se hará el encontradizo. Como aquel hijo prodigo: ¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! (Lucas 15, 17).

La frase Instaurare omnia in Christo está tomada del lema pontificio de San Pio X, papa Santo que en su pontificado no busco otra cosa que "restaurar todas las cosas en Cristo, a fin de que Cristo sea todo y este en todo... "Que Cristo reine en todo, en cada cosa, en cada lugar. Que reine primero en mi vida, que sea dueño de mi alma, que la lleve consigo donde Él quiera, que reine en mi familia, en mis amigos, en mi trabajo, en cada uno de los actos que realice. Siendo nosotros participes de lo sobrenatural, ver en Cristo todo cuanto tengo, todo cuando soy. Reconociendo que "todo lo puedo en aquel que me conforta", "para mí la vida es Cristo y la muerte una ganancia" (Filipenses 1, 21).

Buscamos con este blog, ser fieles a la Iglesia Católica, a lo que enseña el Magisterio, proporcionar información sobre los Santos Capuchinos, temas de moral, de doctrina, y algunos de filosofía. Esperamos pues, contar con sus aportes, por medio de sus preguntas y sobre todo de sus oraciones, en especial a la Virgen María para que interceda por nosotros. En fin, buscamos Restaurar todas las cosas en Cristo.